En nombre de la Familia Franciscana de Argentina, nos hacemos solidarios con el pueblo paraguayo, ante todo con los campesinos y pueblos originarios sin tierra o con grave riesgo de perderla, y muy especialmente con las decenas de víctimas de la masacre de Curuguaty, con la que la oligarquía terrateniente pretende criminalizar a todas las organizaciones campesinas y sociales que reclaman la reforma agraria, empujando a los pequeños productores a una descampesinización funcional al lucro del agronegocio y a la pérdida de la soberanía alimentaria. Nos solidarizamos con “nuestra hermana madre tierra” en Paraguay, que, al decir de san Francisco, “nos sostiene y gobierna”, actualmente degradada, deforestada y herida en su biodiversidad, a causa del monocultivo de la soja, la creciente producción de biocombustible y la imposición de semillas modificadas genéticamente. También nos hacemos solidarios de los muchos ciudadanos que en Paraguay y en toda América están indignados ante la quiebra del “Estado de derecho”, causada por el juicio político sumarísimo al presidente Fernando Lugo, impulsado por el congreso erigido en juez absoluto, que no dio lugar a una legítima defensa.
Hacemos nuestra la reciente declaración de la Junta Directiva de la Conferencia de Religiosos del Paraguay, que denuncia “la complicidad de los tres poderes del estado, en el abandono de una reforma agraria integral, en no haber enfrentado el problema de la distribución de la tierra, sometida hasta ahora al acaparamiento, a la irregularidad, a la posesión mal habida, en el encubrimiento sistemático de estos problemas por parte de la justicia y el parlamento” y la manipulación informativa de los hechos trágicos por parte de medios monopólicos de comunicación, al servicio de la oligarquía terrateniente, buscando sacar “provecho político, réditos de impunidad y de mantenimiento de un estado de cosas que favorece a sus intereses personales o corporativos”, y creando un “clima de inestabilidad, para estigmatizar a campesinos y criminalizar sus organizaciones, para exasperar a policías y militares, instaurando un ambiente de terror para disuadir y desmovilizar a los ciudadanos indignados” .
Leemos en el nº 411 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “La corrupción distorsiona de raíz el papel de las instituciones representativas, porque las usa como terreno de intercambio político entre peticiones clientelistas y prestaciones de los gobernantes. De este modo, las opciones políticas favorecen los objetivos limitados de quienes poseen los medios para influenciarlas e impiden la realización del bien común de todos los ciudadanos”. Por esta razón, lamentamos como, a lo largo doscientos años ,y más en estos últimos días, han ido siendo defraudadas las expectativas de la mayoría de los paraguayos en favor de una democracia real, que distribuyera derechos elementales a los ciudadanos más empobrecidos y exigiera deberes sociales y ambientales a los ciudadanos más poderosos y a las empresas extractivistas multinacionales.
Deseamos, y oramos con esperanza y confianza a nuestro Dios “Ñandejara de los poriahu”, y a “Tupäsy María de Caacupé”, para que nuestro pueblo hermano de Paraguay encuentre pacíficamente una estabilidad democrática auténtica, que implique “la revisión integral del modelo productivo neo desarrollista, de corte extractivista, depredador y expoliador que condena a los sectores rurales al abandono forzoso de sus tierras, negándoles la oportunidad de desarrollar su cultura, su identidad y su propio proyecto de vida” (cfr. Adolfo Pérez Esquivel, SERPAJ AL).
Silvia Diana OFS
Presidenta de la Familia Franciscana de Argentina
Fray Luis Furgoni OFMConv.
Director del Centro Franciscano de Argentina,
29 de junio de 2012